Los milagros

Si hoy nos detenemos a pensar en los milagros que nos rodean, podríamos decir que no existe ninguno o hay muy pocos -esa es la visión de muchos-, ya que hemos limitado la acción de Dios únicamente a cosas sobrenaturales. Algunos dicen que los milagros no llegan a la vida del creyente porque “le falta fe”; personalmente creo que la fe no se mide por la cantidad de “espectáculos” que tengas.

Con tan sólo revisar brevemente nuestra vida encontramos infinidad de problemas que normalmente abarcan diferentes áreas: economía, salud, emociones, espiritualidad etc. Es en ese preciso momento cuando nos vemos acorralados por la incertidumbre y la desesperanza que deseamos que un milagro ocurra, puesto que como dicen algunos: “sólo un milagro me puede salvar”.

En la vida vamos y venimos en medio de cada circunstancia que nos toca vivir, es ahí donde hay que aprender a descubrir la presencia de Dios, eso sí, si queremos verlo. En medio de todo lo que menciono, es cuando la fe viene  a estelarizar en nuestro quehacer diario, ya que ella implica no sólo creer, también tiene como finalidad principal ser fiel, inclusive cuando no encontramos lo que estamos buscando -porque no siempre lo que buscamos es lo que necesitamos-.

Nuestra cultura tan cinematográfica hace que neguemos los milagros cuando vemos que son algo muy “normal”; en la actualidad no se considera milagro estar vivo y poder caminar, tampoco es milagro que una persona saque adelante a su familia a pesar de todas las adversidades que sufre, la lista puede ser muy larga con las cosas y experiencias que ahora no consideramos milagros.

Esperamos que salga el sol de noche o que caigan estrellas en nuestro jardín para así poder afirmar que hemos visto un milagro. Recuerda que es ya un milagro que tú puedas leer esto, puesto que hay mucha gente que no tiene la posibilidad física de hacerlo.

Hoy descubre la gran cantidad de milagros que tienes a tu alrededor y cómo ellos pueden convertirse en el pretexto perfecto para poder tener una relación más estrecha con Dios y así alcanzar la felicidad plena, contagiándola a quienes te rodean. No olvides que tú eres un milagro.

César Peña

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