Dios no te castiga

Existen personas que crecieron creyendo que Dios es como nosotros, es decir que busca castigar los errores que se cometen. Puede que muchos digan que es cierto, ya que la Biblia dice que Dios castigará generaciones enteras por los pecados de los padres o abuelos, pero sabes, no debemos tomar la Biblia fuera de contexto, ya que lo que nos muestra es la verdad revelada, pero desde las limitaciones del ser humano.

En ese sentido los autores sagrados que fueron inspirados para escribir los textos bíblicos lo hacían de acuerdo con su entendimiento de Dios en aquella época, es por lo que vemos a un Dios con muchos rasgos antropomórficos y uno de ellos es mostrarlo como castigador, que es de lo que se trata esta reflexión.

No estoy diciendo con esto que no hay que creer en la Biblia, lo que digo es que no te quedes en textos del Antiguo Testamento sin iluminarlos con la figura de Cristo del Nuevo Testamento.

Si Dios fuera un Dios castigador, sería absurda la parábola del padre misericordioso (Lucas 15, 11 – 32) -comúnmente conocida como la del hijo pródigo-, ya que el hijo que volvió después de haberlo gastado todo, merecía no ser recibido o quizá ser tratado con menos apertura y peor aún no se merecía una fiesta.

Es claro que en muchos escenarios espirituales te dirán que Dios si castiga y te sacarán textos bíblicos por montones para avalar esa postura, pero no olvides que te amó tanto que entregó a su hijo único por ti. No se trata de tener mas citas bíblicas para que tengas como cambiar de opinión, es más bien que busques en lo profundo de tu corazón ese amor que sabes Dios siempre tiene por ti. Él no se detiene en tus pecados para ver cuánto amor te va a dar o si mereces su amor, Dios siempre te ama y limpia cada uno de tus pecados si decides abrir tu corazón.

Creo que los que buscamos castigar o castigarnos somos nosotros y colocamos a Dios por delante para tratar de avalar el castigo, pero te recuerdo que los discípulos también querían hacerlo, incluso “mandando caer fuego del cielo” y Jesús no se los permitió (Lucas 9, 51 – 56), ya que Dios nunca te castigará, lo único que espera es que te arrepientas y tu vida poco a poco será diferente.

César Peña

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