Límites en la familia

En estos últimos días el tema por el cual me han consultado más ha sido la familia y de manera especial los excesos que se comenten en ciertos aspectos de la misma. Dentro de un entorno familiar nos guste o no, siempre existirán conflictos, no definiré si éstos son buenos o malos, únicamente quiero que seamos conscientes de una realidad latente.

No se puede creer que, por las circunstancias de una situación familiar, uno puede llegar a exceder en las acciones a tomar. Para esto quiero proponer algunos puntos que pueden servir de referencia:

  1. NO TODO SE CUENTA

Es cierto que frente a una situación complicada que pasa en el entorno familiar, alguno de los involucrados busca ayuda de un tercero o quizá refugio entre sus familiares, pero, ¿qué tan saludable es esto? No se trata de quedarse callado y aguantas las injusticias por “el que dirán”, es más bien saber hablar cuando es necesario; puesto que en algunas ocasiones se vuelve una costumbre el contar cada detalle de problemas en la familia y de manera especial los defectos de alguno de los integrantes por los cuales se sufre.

No es prudente tomarlo como una práctica común, ya que en ocasiones problemas que no son tan fuertes terminan siendo de comidilla entre extraños o también sirven de pretexto para odiar a quien es presentado siempre como un problema. Se debe tener cuidado, ya que en ocasiones terminamos envenenando a la familia contra un ser querido.

  1. CORREGIR NO ES DESAHOGARSE

Los padres tienen la responsabilidad de corregir a sus hijos, el problema está cuando esa corrección se convierte en un enojo desbordado y lo único que genera es un ambiente de miedo o inconformidad. Es claro que frente a una mala actitud de un hijo un padre debe intervenir, pero eso no significa que hay que gritan, insultar o golpear de alguna manera.

Ocasionalmente las frustraciones del día laboral de un padre se ven reflejados en el actuar frente a una crisis de familia; pero no debemos olvidar que la casa es un refugio es donde debemos mostrar con más fuerza todo el amor que tenemos. Siempre me encuentro con padres que me dicen: “a mí me enseñaron a golpes”, “es por eso que la juventud está como está, por falta de castigos como los de antaño”.

Me causa gracias creer que, porque a mí me golpearon, yo deba repetir la historia; no estoy diciendo que no hay que corregir, lo que digo es que el método debe sr más asertivo.

  1. PERMITIR TODO NO ES AMAR

Llegamos al otro extremo, se cree que en la familia los padres no deben exigirle nada a los hijos, o que los hijos no pidan respeto por parte de sus padres. Encuentro parejas que por “amor” dejaron de su pareja se quede en una aceptación mediocre de sus malas conductas (gritos, groserías y demás).

No es dejar que el otro sea como es a costa de mi tranquilidad, es más bien saber que amar implica también desacomodarse y cambiar para ser y hacer feliz a los demás. Hay que saber llegar a acuerdos reales en los cuales ambas partes ganen; y si en ocasiones tengas que ceder no lo tomes como pérdida, es más bien una redirección de los objetivos.

Nadie dijo que no nos vamos a equivocar en la convivencia, pero cada día debemos hacerlo menos y así poder llegar a no ser personas que totalizan cada acción en su núcleo familiar.

 

César Peña

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