A veces no le damos el espacio a nuestra mente para que viva el presente. Nos pasamos varios momentos del día recordando el dolor que causamos o nos causaron, o sonriendo sobre lo hermoso que la pasamos en cierta ocasión.
Dicen por ahí que “recordar es volver a vivir”, y normalmente nos refugiamos en el recuerdo porque es muy complicado vivir el presente, o más que complicado, es algo desconocido y es más chévere revivir el ayer. Recordar no es malo, ni mucho menos inútil; ya que uno debe saber vivir y decidir gracias a la experiencia que se ha tenido o inclusive de las experiencias de otros, lo poco asertivo es dejar de vivir por quedarnos recordando el ayer.
Quisiera detenerme en los recuerdos bonitos que tenemos, puesto que cuando hay algo que nos daña o nos genera temor en el presente, recurrimos a ese refugio hermoso que tuvimos en el pasado. “Como un niño corriendo hacia un lugar seguro”, eso no tiene nada de malo, ya que hay que saber reconocer el límite de nuestra realidad actual.
La vida es como un examen que tienes que resolver, y para ellos hay que volver a los recuerdos valiosos no para huir de la realidad, sino más bien para tener mayor fortaleza y poder aprobar dicho examen, eso hacemos con un examen en la vida real: volvemos a los apuntes para poder sacar la mejor calificación.
No es volver a los libros y olvidar la práctica, se retoman los libros para que la acción sea más efectiva, eso es lo que se debe hacer con la vida. Busca siempre en tus recuerdos cosas que te hagan tener más ganas de salir adelante, recuerda aquellas palabras de quien ya no está contigo, pero no sólo para sufrir, sino más bien para recargarte de felicidad al saber que es alguien importante en tu historia.
La vida va y viene, los recuerdos quedan atrás, pero si los traes a tu presente que sean un trampolín para poder saltar cada día más alto y así poder llegar a un futuro formidable. Tu presente es lo más valioso que tienes hoy, no permitas que se convierta en un pasado triste olvidando que tienes que vivirlo bien y feliz.
