Cómo corregir a nuestros hijos

Hay días en nuestra vida que quisiéramos volver atrás y así poder evitar ciertos errores u horrores cometidos; pero infortunadamente no es posible, es entonces que tenemos que aprender a vivir con esa huella que nos dejaron o dejamos en la vida.

Ocasionalmente causamos dolor a las personas que más nos aman e incluso son las más débiles de nuestro entorno, por ejemplo los hijos. La gente siempre me pregunta ¿cómo pueden hacer para ser los mejores padres del mundo? Pero, ¿Qué es ser el mejor padre del mundo? O peor aún ¿Existen los mejores padres?

La vida nos ha enseñado que cuando tienes un hijo buscas dar lo mejor de ti para proteger, amar y valorar a ese milagro de vida que tienes en tus brazos. Pero también la vida nos enrostra la realidad diciendo: “No es tan sencillo como parece”. A veces por corregir terminamos dañando, por amar terminamos asfixiando y por proteger debilitamos su fortaleza. Qué hacer entonces cuando tu hijo tiene que ser corregido y no sabes cómo; te daría muchas alternativas pedagógicas y sicológicas para que las implementes en tu función como padre o madre, pero servirían de muy poco si lo esencial que debe existir en una familia aún está ausente.

No se trata tampoco sólo de orar por nuestros hijos y que eso sea suficiente; o que con llevarlos a misa o encuentro religioso para que aprendan a ser buenos. Lo que realmente debemos hacer como padres es reflejar amor. Nos llenamos muchas veces la boca diciendo que los hijos deben obedecer a Dios y Honrar a Padre y Madre, pero no nos preguntamos por qué es que se deben honrar.

Revisando el origen de éste mandamiento, es muy claro que deben ser honrados porque son los representantes de Dios; quiere decir que cada vez que busquemos corregir, amar, proteger a nuestros hijos debemos hacerlo como Dios lo haría. No hay que desanimarnos si fallamos en el intento, busquemos cada día no volver a fallar en lo mismo; no olvidemos que Dios habita primero en tu corazón y ese corazón debe reflejar el amor infinito que Dios nos tiene; y que cada padre o madre es el canal para que el amor de Dios llegue a sus hijos.

Entonces, si te preguntas ¿cómo soy un buen padre o madre? Sencillo, actúa como Dios lo haría y dejarás una huella de amor imborrable en tus hijos. Empieza con lo más sencillo: Un abrazo una caricia, en aquel momento que quieras gritar por que se portaron mal; una palabra de afecto en el momento que pareciera que no lo merece. Recuerda que el amor por nuestros hijos supera cualquier momento desagradable.

César Peña

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