Cuando no quieres orar

Existen días en los que los problemas o alguna otra razón no te permiten hablar con Dios, y eso siempre provoca cuestionamientos en tu vida, que incluso te pueden llevar a dudar de tu experiencia de fe.

Quisiera empezar invitándote a tener claro que si no tienes ganas de orar, eso no significa que dejaste de tener fe, es más bien que en ocasiones olvidamos que somos seres humanos con limitaciones y que son aquellas las que nos hacen descuidar o no querer hablar con Dios, lo cual es esencial para la vida.

Si te encuentras en este momento sin ganas de orar, o probablemente llevas tiempo sin hablar con Dios, te propongo que en primer lugar reconozcas que existen cosas o situaciones que se escapan a tu control y eso hace que no quieras hablar con quien al parecer no escucha tus oraciones, y que por más que te esforzaste pareciera que no hubo respuesta.

Luego de reconocer la realidad de tu falta de ganas para orar, separa un pequeño momento y dile a Dios que no tienes ganas de orar por lo que te está pasando. Cuéntale cómo te sientes y que eso está afectando tu oración. Háblale con sinceridad sobre tu situación actual, ya que, aunque él lo sepa, es bueno para ti que se lo digas.

Finalmente, no te exijas demasiado, es decir, no creas que todo cambiará de un día a otro. Así como viviste un proceso de conversión y acercamiento a Dios por primera vez, ahora vivirás un nuevo proceso para volver a la oración y fortalecer su experiencia de fe. Te recomiendo no comparar tu vida espiritual con las de los demás, ya que puedes llegar a creer que no te hace falta nada o te faltará demasiado.

Cuando no quieres orar, no es porque eres una mala persona, es más bien que existen situaciones que no puedes afrontar y que sería bueno entregarlas a Dios.

César Peña

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